Por: Jorge A. Abreu Eusebio.
El venidero 25 de septiembre se cumplen 45 años de uno de los tantos acontecimientos que ensombrecieron el panorama democrático de América Latina y el Caribe en las décadas del 60 y 70.
En nuestro País, el Profesor Juan Emilio Bosch y Gaviño había sido derrocado mediante un golpe de Estado que habría de enterrar los cimientos del progreso y bienestar de un pueblo que vio cercenada sus aspiraciones de mejor vida de un solo zarpaso y de cuyos efectos devastadores nuestra nación no ha podido lograr recuperar ese espacio perdido en el tiempo, tanto cualitativo como cuantitativo en lo que respecta al avance que debió de tener el país en todos los órdenes, si no se hubiese ejecutado aquel macabro acto contra la incipiente democracia dominicana y la libre auto determinación de los pueblos.
Sobraron los argumentos falaces para justificar lo injustificable. La Revolución Cubana había triunfado en julio del 1959 y la misma encendió la chispa que abrió las puertas para que en América Latina se vislumbraran nuevos horizontes; pero, concomitantemente produjo una reacción demoledora por parte de los Estados Unidos que llenó de luto y pavor los países que tenían gobiernos democráticos. El cuco del “comunismo” salía hasta en las sopas y no podian permitir bajo ninguna circunstancia “otra Cuba” y más porque la República Dominicana tiene una posición estratégica dentro del globo terráqueo para sus objetivos logísticos y geopolíticos.
A este nefasto acontecimiento pueden dársele y le han dado todos los enfoques que se han querido: pero, la historia se nutre de hechos y ni siquiera el paso ineludible del tiempo puede barrarlos y aunque se hayan tergiversado sus móviles, la verdad siempre saldrá a relucir sola, dejando a las presentes y futuras generaciones juzgar con imparcialidad los antecedentes, consecuentes y todas aquellas variables que pueden subyacer y girar en torno al golpe septembrino que se produje en la República Dominicana en el año 1963.
Este hecho se enmarca dentro del período de la guerra fría que se inicia en el año 1947, donde el mundo se dividió entre dos fuerzas antagónicas que luchaban por la supremacía del poder sobre las naciones; pero, no podemos soslayar bajo ninguna circunstancia, que cada una de ellas actuaba con todos los mecanismos habidos y por haber para tratar de implantar su régimen, en una contienda de tú o yo, no importando las armas a utilizar, los recursos que se gastaren o las vidas que cobrara en pos de lograr sus objetivos. Es un estadio para la América Latina y El Caribe lleno de sangre, luto, dolor y tensiones que fueron capaces de llevar casi a una confrontación nuclear de consecuencias inconmensurables entre las dos superpotencias en pugna, producto de la Crisis de los Misiles iniciada el 14 de Octubre del 1962 y que culmina el 28 de Octubre de éste mismo año con un acuerdo en el cual los Estados Unidos se comprometían a no invadir a Cuba nunca más y en cambio la Unión Soviética retiraba sus misiles nucleares de Cuba para instalarlos Turquía.
Por un lado, el Bloque Soviético brindaba, entrenaba y financiaba los movimientos insurgentes, mientras que los Estados Unidos de Norteamérica lo hacía con los contrainsurgentes, grupos paramilitares y mercenarios. Es el resultado natural de la tercera ley de Newton y de la naturaleza: acción y reacción y de la ley de contrarios. Fue una etapa de la guerra fría en la cual la política de los Estados Unidos era la de derrocar los gobiernos democráticamente elegidos en América Latina mediante los Golpes de Estados, utilizando el Departamento de Estado Norteamericano como mecanismos para crear el clima propicio grupos de tareas bien definidos para desestabilizar el país elegido, auspiciando las dictaduras militares con gobernantes títeres que actuaron sobre las fuerzas políticas adversas diezmándolas militarmente con una cruel represión popular a través del terrorismo de Estado y aunque ya en el año 1956 en el Paraguay había sido implantada la dictadura de Alfredo Stroessner que fue una de las dictaduras más sanguinarias de América Latina y de las más duraderas, similar a la de Rafael Leonidas Trujillo Molina en nuestro país, a la de los Duvalier en Haití y a la de los Somoza en Nicaragua, es en realidad a partir del año 1961 en que comienzan los golpes militares, iniciándose en El Salvador, donde una junta militar se apodera del poder el 25 de enero de ese año dirigido por el Coronel Aníbal Portillo y posteriormente es derrocado por otro golpe militar el General Miguel Ydígoras Fuentes, Presidente de Guatemala, quien tomó posesión del cargo el día 02 de Marzo del 1958 después de ganar las elecciones nacionales de esa nación.
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